Jessica Tovar

Vengo de una comunidad de justicia medioambiental. Crecí cerca de un montón de instalaciones contaminantes, como centrales eléctricas de gas y transformadores de electricidad, junto a un sinfín de cables, camiones diésel y crematorios. En mi trabajo, he llegado a reconocer que la industria contaminante se beneficia a costa de las comunidades pobres y de color.

Organizando con la Alianza Local para la Energía Limpia, he aprendido a comunicar una visión de un sistema energético que no es perjudicial para las personas, ni para nadie dentro de la comunidad donde se produce la energía. Para nosotros, la democracia energética consiste en participar en el diseño del sistema energético que queremos ver en nuestras comunidades, uno que realmente funcione para nosotros, en lugar de perjudicarnos. Se trata de comprender y participar, para garantizar la transición de este sistema a una estructura democratizada que sea accesible a todo tipo de personas: a los inquilinos, a las personas históricamente excluidas de la energía limpia y a los pobres. 

Podemos gobernarnos a nosotros mismos y a nuestro sistema energético. Se acabó el que los gobernadores manden sobre nuestra energía y rescaten a las grandes empresas. Estoy cansado de que nuestras comunidades pierdan. Pero esta vez, no vamos a perder.